6 hábitos que dañan tu salud
Te gusta vacunarte contra la gripe cada otoño, tomar tu píldora multivitamínica diaria y llenarte de té y limón cada vez que casi empieza el running. Pero si crees que eso solo es suficiente para mantenerte sano, te equivocas.
Porque la salud no es solo comer sano, hacer ejercicio y tomar té de manzanilla caliente. Su bienestar mental, sus hábitos y, lo que es más importante, sus hábitos mentales tienen el mismo impacto en la eficacia de su sistema inmunitario. Aquí hay 6 hábitos que pueden sabotear tu sistema inmunológico.
Su sistema inmunitario es una compleja red formada por el bazo (la glándula donde se fabrican los glóbulos blancos), la linfa, los glóbulos blancos y los anticuerpos que le protegen de las bacterias, los virus y las infecciones, al tiempo que ayudan a su cuerpo a combatir las enfermedades.
Cuando su sistema está "decaído" o debilitado, no sólo es más susceptible a las enfermedades, sino que también le resulta más difícil combatirlas una vez que se han instalado. Por eso es importante atajar los malos hábitos y las emociones negativas, ya que pueden ayudar a descomponer el sistema inmunitario. El primer paso es tomar conciencia de los hábitos nocivos que tienes.
Aquí hay 6 de los malos hábitos más comunes, junto con algunos buenos consejos sobre cómo arreglar los hábitos para que puedas mantenerte saludable todo el año.
1. Nøl: En la Universidad de Carleton, en Ottawa (Canadá), se ha descubierto que las personas que tienden a aplazar las tareas cada día también aplazan el tratamiento médico y, por tanto, tienen peor salud que las personas que no aplazan las tareas.
Cuanto antes te ocupes de un problema de salud -grave o no-, antes te recuperarás. Al retrasar o ignorar por completo el tratamiento, como suelen hacer las enfermeras, simplemente se prolonga el periodo de la enfermedad y se puede debilitar aún más el sistema inmunitario, haciéndolo aún más susceptible a nuevas infecciones.
Solución: los nodos tienden a evitar las tareas que parecen inabarcables. Su objetivo es, por tanto, eludir el factor de estrés que supone tener que enfrentarse a un asunto concreto en el aquí y ahora. Para que sus "tareas" sean más manejables, deje de centrarse en los resultados y concéntrese en cómo implementar ese reto en su programa. O dicho de otro modo. Por ejemplo, en lugar de pensar "Oh no, no tengo tiempo para estar enfermo porque tengo que estar en plena forma para el maratón de la semana que viene", debes simplificar mucho tu enfoque y pensar sólo en un paso adelante.
2. Dieta demasiado baja en calorías: Cuando la dieta es muy baja en calorías, su cuerpo no recibe la nutrición necesaria. Sin los nutrientes adecuados, la función celular se deteriora, lo que compromete su sistema inmunológico.
Además, no consumir suficientes vitaminas -especialmente la B- puede, en algunos casos, provocar síntomas depresivos que, a la larga, pueden conducir tanto a problemas cardíacos como a otras dolencias físicas.
Solución: en primer lugar, debes tener una visión realista de tu cuerpo y de tu pérdida de peso. Demasiadas personas, especialmente las mujeres, se esfuerzan por estar entre 5 y 10 kilos más delgadas de lo que realmente es natural para ellas. Quieren ser tres veces más delgados de lo que pueden ser. Y esto suele ser a costa de su salud. Tanto si intentas perder peso como si no, procura comer comidas y tentempiés equilibrados que te aporten suficientes calorías para mantenerte en marcha todo el día. Recuerda que es posible perder esos 2 kilos de más mientras le das a tu cuerpo la energía y los nutrientes que necesita.
Para más información, lee nuestro artículo sobre la vitamina D y por qué es tan importante obtener esta vitamina a través de tu dieta.
3.Estrés crónico: El estrés no es muy bueno para mucho, pero un poco de estrés puede realmente mejorar sus funciones inmunológicas. Esto se debe a que cuando el cuerpo percibe el estrés, aumenta sus anticuerpos, como la inmunoglibulina, que son las proteínas que combaten las bacterias y los virus. Por el contrario, el estrés crónico sobrecarga la capacidad de lucha del organismo y, en cambio, provoca un descenso de los anticuerpos, lo que debilita su resistencia a las infecciones. De hecho, después de sólo tres días de estrés extremo, aumenta el riesgo de deterioro de la memoria, periodos irregulares, osteoporosis y diabetes.
Solución: Hay una gran diferencia entre cómo reaccionan las distintas personas al estrés y cuándo lo experimentan. Lo que para algunos es una carga insuperable puede no ser nada para otros. Si se siente agobiado, agotado o agotado, probablemente esté demasiado estresado para que sea bueno para su cuerpo.
Los brotes repentinos de enfermedades crónicas como la psoriasis o el asma también pueden estar relacionados con el estrés. Entonces debes averiguar urgentemente qué es importante para ti y hacer los cambios necesarios en tu vida para deshacerte de los factores que te estresan. Esto puede ser cualquier cosa, desde problemas en el trabajo, una mala relación o demasiadas tareas y preocupaciones.
4. Privación de sueño: Mientras duerme, el sistema inmunitario se recarga y repara, al igual que las demás partes del cuerpo. Así que cuando te saltas el sueño reparador, no sólo se manifiesta en forma de ojeras y bolsas bajo los ojos. También estás privando a tu cuerpo de su proceso vital de renovación. Un estudio publicado en 2003 en la revista Psychosomatic Medicine descubrió que las personas que se saltaron una noche de sueño después de recibir una vacuna contra la hepatitis A produjeron menos anticuerpos que las que se acostaron a la hora habitual y descansaron bien al día siguiente de la vacuna.
Solución: como regla general, intente dormir unas ocho horas cada noche. Algunas personas necesitan un poco más, otras un poco menos. Experimente hasta encontrar sus necesidades personales de sueño. Es decir, cuando te sientas descansado y renovado a lo largo del día. Para ayudar a conciliar el sueño, es conveniente no tomar bebidas con cafeína después de la comida y evitar el alcohol unas cuatro horas antes de irse a dormir. Ambos pueden dificultar que se duerma y afectar a la calidad del sueño.
Si ya duerme lo suficiente pero sigue sintiéndose cansado e inquieto durante el día, puede ser una buena idea hablar con su médico y averiguar si tiene alguna enfermedad o trastorno que le dificulte dormir toda la noche. Puede tratarse de una apnea del sueño, en la que la respiración es muy irregular mientras se duerme, de ronquidos o de calambres nocturnos en las pantorrillas.
5. Entrenamiento excesivo: 45 minutos de ejercicio diario han demostrado mejorar la actividad de los glóbulos blancos. Pero si te ejercitas demasiado y con demasiada intensidad día tras día, sin darle a tu cuerpo la oportunidad de recuperarse de un entrenamiento duro, tiene exactamente el efecto contrario. Su cuerpo empieza a percibir el duro entrenamiento como estrés, lo que hace que sus niveles de inmunoglobulina desciendan.
Si hace ejercicio intenso durante más de 90 minutos seguidos, las funciones de su sistema inmunitario empiezan a funcionar mal. Pueden pasar hasta tres días antes de que su sistema inmunológico vuelva a la normalidad. Esta puede ser una de las razones por las que los corredores de maratón a menudo se enferman después de una carrera.
Además, los períodos de ejercicio duro y sostenido pueden agotar las vitaminas de su cuerpo, lo que también puede hacer que se enferme.
Solución: si quieres entrenar duro e intensamente, reduce tu tiempo de entrenamiento a menos de una hora y media. Y si te gusta dedicar un poco más de tiempo a entrenar durante el fin de semana, asegúrate de que tus entrenamientos incluyan actividades de baja intensidad, como yoga, pilates o natación ligera.
6.Ampliar el rencor: Un estudio publicado en Psychological Science ha demostrado que las personas que guardan rencor a otras personas que les han hecho daño son más propensas a tener la presión arterial alta, un mayor ritmo cardíaco y emociones negativas. Estos son algunos de los síntomas clásicos del estrés que, como se mencionó anteriormente, tiene un impacto negativo en el sistema inmunológico.
Solución: perdonar, perdonar y perdonar. Lo mejor que puedes hacer por ti, y probablemente por la persona que te ha hecho daño, es perdonarla. Un estudio realizado en el Hope College descubrió que los participantes que podían perdonar estaban más tranquilos, se sentían más positivos y tenían más control. Perdonar significa ser capaz de recordar un acontecimiento sin recordar los sentimientos de ira o de dolor. Pero sin olvidar necesariamente qué fue lo que te enfadó o molestó. Así que no se trata sólo de tolerar o excusar el comportamiento de la otra persona, sino de reconocer honestamente tus sentimientos heridos. Y luego, por tu propio bien, dejar ir cualquier amargura o resentimiento que se haya permitido acumular dentro de ti.
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